20.10.09

Abuso de poder

La trama Gürtel, además de un caso de corrupción generalizada el en Partido Popular, está sirviendo para poner en evidencia hasta donde puede llegar el comportamiento despótico y autoritario de un partido político henchido de poder.
Esta mañana nos hemos desayunado, los que estamos atentos a los asuntos relacionados con el funcionamiento parlamentario, con la noticia de que ayer la Mesa y la Junta de Portavoces de la Asamblea de Madrid va poner en marcha la reforma del Reglamento de la Cámara para incorporar la figura del “diputado no adscrito”. Como todos ustedes saben, con ello se pretende que los diputados del PP expulsado no pasen a formar parte del Grupo Mixto. Hasta aquí todo bien. El problema empieza cuando conocemos que según el Portavoz del PP la norma que va a constituir la figura del diputado no adscrito es de aplicación incluso ante de ser aprobada por la Cámara. ¡Desde luego esto si que es un “avance” en el derecho parlamentario y la técnica legislativa! Incluso yo diría que estamos ante el cambio en las prácticas legislativas más importante que se han dado en los últimos 200 años. Basta con que los portavoces se pongan de acuerdo sobre iniciar el trámite de una norma para que ésta quede inmediatamente en vigor, ¡nada más y nada menos!
El asunto no pasaría de algún comentario de café de iurisconsultos sino fuera porque expresa todo un comportamiento político de mucho más calado y que nos debería hacer pensar.
Cuando un partido político lleva tantos años ejerciendo el poder en las instituciones y en la sociedad sin control alguno sucede que no tiene límites y si el Derecho o los procedimientos de las instituciones le coarta sus pretensiones se pone “por montera” esas instituciones y el Estado de Derecho y actúa, “sin complejos”, a su antojo y capricho. Puede que el fin que se persiga sea bueno: que los diputados expulsados no deberían pasar al Grupo Mixto y beneficiarse de las prebendas que conlleva, pero no debemos olvidar que en el Estado de Derecho el fin no justifica los medios.
Lo que tendría que haber hecho el PP es impulsar la reforma reglamentaria hace tiempo, que oportunidad y reclamación para ello hubo, en el “Caso Tamayo y Sáez”, pero entonces ¡lastima! No interesaba al PP.
Estamos ante un desafuero inconstitucional, ante un atentado a la institución parlamentaria, ante una fractura del Estado de Derecho (por cierto, ¿que están haciendo los servicios jurídicos de la Cámara ante la situación?), pero sobre todo, estamos ante la prueba del nueve de que la “trama Gúrtel” no es cosa de dos o tres corruptos, es la consecuencia de una estructura de poder despótica que actúa en la sociedad y en las instituciones sin límite y freno. ¡Hasta cuando! La sociedad madrileña tiene la palabra.

8.10.09

La trama de 'Don Vito'


Se ha levantado parcialmente el secreto del sumario del 'Caso Gürtel', ¡como reclamaba insistentemente la señora Aguirre! Seguro que muchos dirigentes del PP, incluido la señora presidenta, estarán ahora “tomando tila” para aplacar los nervios por la decisión del Tribunal de poner luz en el sumario judicial. ¡Paradojas de la vida! Ahora muchos de los que antes de ayer reclamaban la publicidad del sumario estarán pensando: mejor que hubiera seguido en secreto.



Pero todo eso no son más que cuestiones formales, ¡importantes! Pero meramente coyunturales y que hay que apuntar en la “dialéctica basura” de la política. Lo importante es lo que la gente de la trama corrupta hacía hasta hace dos días: comprar la voluntad de políticos del PP, desde ministros hasta concejales de pueblos, pasando por alcaldes, diputados regionales, consejeros, cargos directivos del partido, diputados y senadores nacionales, etcétera, mediante regalos caros, sueldos y sustanciosas comisiones.



Una trama corrupta que ahora sabemos se extendió por toda España allí donde el PP tenía poder institucional: ayuntamientos, comunidades autónomas y ministerios. Una trama en manos de personajes que actuaban con tal desparpajo que no tenían ningún problema para “doblar voluntades” con regalos o grabaciones de actos delictivos de aquellos que al mismo tiempo eran los conseguidores de sus sustanciosos contratos.



Por lo que hemos sabido, en Madrid el señor López Viejo era uno de los referentes más significados en el Gobierno de la Comunidad para sus contactos con las empresas de 'Don Vito', como quería que se le llamase a Francisco Correa, jefe del entramado de empresas que contrataban con el PP en Madrid y el resto de España.



De todo lo que estamos sabiendo me ha producido especial indignación y estupor lo que señor López Viejo y Special Events, empresa de Francisco Correa, hicieron en los funerales del 11 de marzo. Según cuenta el sumario del caso, los gastos para la Comunidad de Madrid de dichos funerales ascendieron a cerca de 150.000 euros, y como “la política” del consejero para poder contratar directamente con las empresas de Correa eran que ningún contrato superase los 12.000 euros se fraccionaron dichos gastos en 14 contratos diferentes: contrato de floristería, de alquiler de sillas, de azafatas, de servicios funerarios... y así hasta un número que suma un total de 150.000 euros.



La corrupción es siempre detestable y la mayor desgracia que le puede pasar a la vida pública y a los que nos dedicamos a prestar nuestros servicios en cargos de representación. La corrupción cuando, además, tantos ciudadanos están sufriendo las dificultades de la crisis, es un cancer difícil de atajar y que da puñaladas de muerte a la democracia. Pero cuando además la manipulación y los actos de fraude e ilegalidad se realizan en circunstancias tan trágicas y de tanto dolor para todos los españoles como los atentados del 11 de marzo, expresan un nivel de miseria, de amoralidad que, más allá de las responsabilidades judiciales, son para que esas personas pidan inmediatamente perdón a la ciudadanía y abandonen la vida pública para siempre. ¡Será posible! O el descaro del PP de Madrid y el adormecimiento de la sociedad permitirá tanta degradación. ¡Espero que no! Yo, desde luego, con estas palabras muestro mi repulsa e indignación.