16.3.10

La política como despropósito


Hoy me he vuelto a desayunar con dos noticias sobre “los desvaríos” políticos de Esperanza Aguirre que me han cortado la digestión. La verdad es que hace tiempo que me hice el firme propósito de tomarme con más “deportividad” la chulería, el desparpajo y la irresponsabilidad de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, ¡pero no puedo! Tengo que confesarles que me revela su forma tan poco cuidada y su falta de respeto institucional en el ejercicio de la alta responsabilidad que le han otorgado los madrileños.



La primera ha sido el anuncio de que la Comunidad de Madrid va a poner en marcha una “campaña de rebelión” a la subida del IVA aprobada en el Parlamento de España. Lo primero que hay que decir sobre el asunto es que tanto el PP como Esperanza Aguirre tienen perfecto derecho a pensar que la subida del IVA no es la medida económica más adecuada; por supuesto, también me parece bien que ese partido y sus dirigentes hagan cuantas campañas crean oportunas en contra de la medida fiscal ¡faltaría más! El problema es que Doña Esperanza Aguirre se apropia de las instituciones madrileñas y desde ellas se ocupa de atacar las medidas políticas de otro gobierno legítimo –el de Rodríguez Zapatero- y, mientras tanto, descuida el deber de colaboración con todos los poderes del Estado y las obligaciones que su cargo le requiere para resolver los problemas de los madrileños. Esperanza Aguirre debería no olvidar que en nuestra Comunidad hay medio millón de parados y estamos a la cabeza entre las regiones de España en destrucción de pequeñas y medianas empresas.



La segunda ha sido una nueva disputa entre Esperanza Aguirre y Gallardón a propósito del modelo para la gestión de ayudas a la rehabilitación de viviendas. Ayer habían quedado en el Ministerio de Vivienda el director general de Vivienda de la Comunidad y la Concejal de Vivienda del Ayuntamiento de Madrid con la Ministra -señora Corredor- para firmar un acuerdo por el cual a la ciudad de Madrid le corresponderían 17 millones de euros para dicho fin. Pues bien, una nueva “trifulca” entre las administraciones autonómica y local ha hecho que no se pueda cerrar el acuerdo con el Ministerio y, claro está, los afectados serán nuevamente los ciudadanos de nuestra ciudad que no podrán disfrutar de esas ayudas.



Hacer política confrontando con todo el mundo y a todas horas es “marca de la casa” de la señora Aguirre. Un día aparece como la defensora a ultranza de las corridas de toros tan sólo para darle un “sopapo” a Cataluña y la iniciativa que su parlamento tomó para decidir si se prohíbe su celebración en esa región; otro, aparece pidiendo un gobierno de concentración nacional en España para contradecir a su presidente Mariano Rajoy; al día siguiente, pidiendo elecciones generales anticipadas para rematar el golpe bajo a su “supuesto” líder nacional. En definitiva, estar todos los días en las portadas de los medios de comunicación por ser la que más “desparpajo” tiene.



Sin embargo, la señora Aguirre se olvida que gobernar una región de un Estado descentralizado conlleva, además de responsabilizarte de la dirección política de tu territorio, actuar y representar al Estado. Quizás en estos tiempos donde la política se hace a golpe de improperio eso puede parecer una mera formalidad. Pero no es así. Hacer política, muchos más si tienes tan alta responsabilidad, es comprometerse con la gobernabilidad de la Nación, no olvidar la lealtad institucional y el deber de ayuda mutua de todos los territorios y todas las instituciones. Y todo ello, no por exaltación de “míticos” ideales patrios, sino porque es lo que se requiere de los poderes públicos para un mejor y más eficiente servicio a los ciudadanos. Si resulta que hemos construido un Estado con múltiples centros de poder, y esos poderes en vez de utilizarse para la mejor prestación de los servicios que demanda el pueblo se afanan en hacerse la competencia, ponerse la zancadilla y jugar a “estoy dispuesto a perder un ojo si tu pierdes la vista”, luego no nos podemos quejar de que los ciudadanos pongan a los políticos como el tercer problema más grave de España, después del paro y la crisis económica.



Lo lamentablemente aquí, más que en otros sitios, es que con esos comportamientos pagan justos por pecadores. En política somos muchos los que intentamos todos los días cumplir con nuestra obligación y tener altura de miras cuando gestionamos, criticamos o hacemos oposición. Sin embargo, cada día son más las personas que al no saber estar a la altura de sus puestos y responsabilidad empañan el trabajo callado y discreto de muchos que no tiene la suerte de poder proyectar en los medios de comunicación que existe otra forma de entender y actuar en política.

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