8.4.10

Corrupción y política




El levantamiento del secreto en el 'caso Gürtel' nos pone nuevamente ante el debate de la corrupción política en el PP. Por mucho que Mariano Rajoy quiera minimizar el problema la cosa es más que preocupante: Cuatro Comunidades Autónomas afectadas –Madrid, Galicia, Castilla y León y Valencia-. Importante de municipios –Pozuelo de Alarcón, Arganda del Rey, Boadilla del Monte, Majadahonda, etc…-. Dirigentes de la organización del PP: Luis Bárcenas, tesorero; Pablo Crespo, Secretario de Organización del PP en Galicia. Más de sesenta cargos públicos: Francisco Camps, presidente de Comunidad Autónoma; Rita Barberá, alcaldesa; Víctor Campos, Vicepresidente, José Manuel Fernández, presidente del Parlamento de Castilla y León; Alberto López Viejo, ex Consejero, Benjamín Martín Vasco, Diputado, Ginés López, alcalde, Clemente Aguado, ex viceconsejero, Alfonso Bosch, diputado, etc. Por supuesto, tampoco debe olvidar Rajoy el “caso Matas” con un desvío de mas de 52 millones de euros en la construcción del “Palma Arena” y los múltiples procesos abiertos contra Carlos Fabra en Castellón.


Para un partido político que es alternativa de gobierno la situación no debería verse como una cuestión menor. Más bien, el PP y Rajoy deberían dar pronto explicaciones convincentes de lo que ha estado pasando y corregir muchas cosas. Hace no mucho tiempo hablando con un dirigente del PP me contaba como veía él nuestro sistema democrático y, la verdad, que escuchando sus explicaciones uno entiende porqué es posible que pasen cosas como las que están pasando. Me decía este importante dirigente popular que en España hemos pasado de una democracia representativa a una democracia de opinión. En este nuevo modelo político los partidos de masas, los representantes parlamentarios y los proyectos políticos has pasado a un segundo plano. Lo importante es la opinión pública….bueno más bien la “opinión publicada”. Los verdaderos sujetos políticos son los mass media capaces de determinar qué y como se ven los asuntos políticos. En este modelo lo importante es estar posicionado en los medios de comunicación, que se repitan los mensajes que quieres que queden en la opinión y catapultar cuadros políticos que den bien antes las cámaras y sean dóciles ideológicamente. No se si tiene razón el alto dirigente del PP que me contaba su teoría, pero la verdad es que cuando uno analiza la forma de funcionar de algunos partidos en estos tiempos me queda una duda preocupante.


Cada día es más frecuente ver partidos de cuadros -'organizaciones anoréxicas'- sustentados tan sólo en una red clientelar. Son partidos que han perdido la cohesión interna y se han convertido en 'archipiélagos' de poder. En ellos, el clientelismo es el recurso que ejercitan los 'nuevos reyes de taifas' –locales, provinciales o regionales- para granjearse el apoyo incondicional de los afiliados activos –militantes- que deben ayudarle a vencer en los congresos provinciales o regionales. En este tipo de organizaciones el número de afiliados no es lo más importante, lo verdaderamente relevante es que la participación sea escasa y la movilización limitada para que la competencia real se produzca tan sólo entre las facciones y los cuadros de cada una de los grupos que previamente han quedado fidelizados con algún puesto orgánico o institucional.


Este tipo de partido no necesita “a los mejores” de la sociedad para el trabajo interno y la representación en las instituciones, sino a personas dóciles que se adapten fácilmente a los mandatos del Jefe. Por supuesto, en este tipo de organización, el debate crítico sobre los problemas políticos de la sociedad brillan por su ausencia, y puesto que la organización carece de proyecto e ideología, no queda más remedio que dedicarse a la gestión de lo cotidiano y a hacer política a golpe de titular de los medios de comunicación de masas afines siguiendo las directrices de los gurús de la sociología que otean diariamente las preferencias de los ciudadanos mediante encuestas de opinión.


El resultado: un partido desestructurado, con múltiples centros de poder, con una organización atomizada carente de cohesión estatal, con necesidades económicas ingentes para cubrir la falta de organización, la ineficiencia y la necesidad de estar constantemente en los medios de comunicación. Un partido al que en muchos casos no le queda más remedio que estar estrechamente vinculado a organizaciones, empresas y sectores de negocio privado solícitos a ofrecer sus servicios a cambio de un trato preferente en los contratos de los servicios públicos que se gestionan por los cargos del partido que copan las instituciones.

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