24.5.10

It's the politics... Stupid


Desde que James Calvilles, asesor de Bill Clinton en la campaña de 1992, hiciera famosa la frase “es la economía, estúpido” se ha utilizado esta expresión para remarcar aquello que ha de ser prioritario en la acción política de gobierno. Pero como suele suceder, siempre hay quien “coge el rábano por las hojas” y piensa que de ella se desprende tan sólo que la acción política es hacer frente a las exigencias de la economía.



Lo que está sucediendo en el mundo, y particularmente en Europa, en los últimos tiempos tiene que ver con ese craso error. Muchos piensan que la política es gestionar las cuestiones económicas sin poner trabas a los dictados de los mercados y “organizar” una estructura de poder que mediante algunas concesiones a los ciudadanos, una buena campaña de imagen y unos candidatos telegénicos, nos garantice conquistar el poder o mantenerlo si ya se está en él.



El siglo XXI nos ha traído el “abandono de la política”. Los partidos hace tiempo que dejaron de ser herramientas para transformar la sociedad. En los últimos tiempos nos hemos dejado obnubilar por los cantos de sirena de la economía, sus cifras y artificios y hemos abandonado el valor ético de la política. En estas condiciones, aquéllos que rigen sus comportamientos sólo por la codicia han asentado su estilo de vida como modelo del hombre o mujer de éxito.



Pero la política desde la Ilustración, especialmente en la izquierda, siempre ha estado guiada por la consecución de valores y principios de libertad, igualdad y justicia social. Hace un par de décadas le preguntaban a Norberto Bobbio si entre los muchos signos de desgracias en los que se movía la humanidad veía algo positivo. El profesor de Turín respondió que sí, que veía al menos uno: la creciente importancia dada en los debates internacionales, entre los hombres de cultura y políticos, en seminarios de estudio y en conferencias gubernamentales, al problema del reconocimiento de los derechos del hombre.



Por eso, nunca deberíamos olvidar que los derechos de libertad e igualdad fueron el referente político de las revoluciones liberales. Después, acompañaron a la conformación del Estado de Derecho, y tras la revolución obrera y social que consolidó los derechos sociales y laborales de los trabajadores, cierran el círculo para la conformación del Estado democrático contemporáneo. ¡Nada más y nada menos! La historia política reciente del mundo occidental.



La política se ha hecho durante los últimos tres siglos para construir un espacio de convivencia en comunidad, donde se respete la dignidad humana y las condiciones necesarias para que los hombres y mujeres puedan desplegar todas sus capacidades sin más limitaciones que sus condiciones físicas o mentales.



En el siglo XIX Stuart Mill escribe “Sobre la Libertad” para señalar que las condiciones en las que se relacionan los individuos en la sociedad no puede generar artificios que subyuguen e impongan despóticamente un modo de vida a las personas o las minorías. En el XX, Carlos Rosselli, escribe “Socialismo Liberal” para negar el socialismo marxista, que entendía el mundo en clave de materialismo económico, y declara que la acción del socialista liberal es la acción en la comunidad para conformar un sentimiento activo a favor de las causas de los pobres y los oprimidos desde los valores de libertad, igualdad y solidaridad.



Aunque en la segunda mitad del siglo XX, en Europa, se hizo mucha política para el desarrollo de esa sociedad ilustrada, de derechos y solidaria –baste recordar la conformación de los orígenes de la Unión Europea o las cartas constitucionales de posguerra-, en los últimos tiempos hemos perdido el referente, y tanto individuos como instituciones hemos caído rendidos en los brazos de la “madre codicia” que nos promete seguridad, riqueza y felicidad tan sólo con cumplir las reglas de los mercados y la globalización económica y financiera.



El resultado. Este inmenso descontrol que ha puesto en cuestión las conquistas en derechos, libertades y fortaleza institucional que tan trabajosamente hemos construido desde finales del siglo XVIII. Esperemos que aún haya tiempo para aprender la lección y pongamos límites a los que embutidos en caros trajes tan sólo representan la vuelta a la “ley de la selva”.

1 comentario:

Ricardo dijo...

Me parece muy bien traido este comentario. Empieza a echarse en falta una reaccion ideologica desde la izquierda a la tirania de los mercados. Yo creo que el objetivo final de todas estas presiones es liquidar el Estado del Bienestar europeo y ponernos a todos a producir mas barato (al estilo chino, es decir sin esas "tonterias" de las pensiones, el seguro de desempleo, la educacion asequible para todos, etc..) ánimo Elviro. Ricardo