16.6.10

Proyecto Europa


La semana pasada, cuando publicaba mi columna sobre la conveniencia de apostar por el desarrollo científico y la innovación, aún no había tenido oportunidad de leer el Informe “Proyecto Europa 2030” que ha presentado el Grupo de Reflexión sobre el futuro de la UE que preside Felipe González.



Ahora que lo he hecho, quiero aprovechar la oportunidad que me ofrece para volver sobre un camino que entiendo tiene que ser la salida de la actual situación de crisis y desánimo generalizado: la apuesta por el desarrollo científico y la innovación tecnológica.



El trabajo, en lo tocante a las posibilidades de crecimiento económico en Europa, empieza con una expresión que a buen seguro muchos intuíamos ya: “…los tiempos en que la ventaja competitiva de la UE se media en costes salariales hace mucho que ha quedado atrás”” (…) “...Hoy día, el seguro de prosperidad y desarrollo en Europa es la inteligencia, la innovación y la creatividad”.



Pero ¡mucho cuidado! No basta con sentarnos a disfrutar de nuestra cohesión social y capacidades en ciencia e innovación. Aunque Europa aún juega con ventaja respecto de sus competidores asiáticos en talento humano, no va a ser así siempre. Si no hacemos una apuesta fuerte por la sociedad del conocimiento, las economías emergentes de Oriente también nos adelantarán en desarrollo tecnológico en dos décadas.



El Informe identifica tres problemas que aquejan al mundo de la investigación y el desarrollo.



Primero, que se gasta poco en ciencia e innovación. Aunque en la última década los cambios tecnológicos en el mundo han sido espectaculares, Europa lleva muchos años con su gasto en I+D congelado en el 1,8 del PIB. En España recientemente hemos llegado al 0.9 del PIB (en los próximos años habría que llegar al 3% de PIB).



Segundo, se deben simplificar los procedimientos de acceso a la financiación pública de empresas. Hoy en día, las PYMEs suponen la mitad del PIB en la UE y sólo se benefician del 15% de los programas de I+D.



Tercero, se debe desarrollar un Espacio Europeo de Investigación. Un espacio sin fronteras para el movimiento del potencial científico mediante la circulación de investigadores, tecnología y capital.



Pero la apuesta debe ir más allá. Para ello se necesita, además, mejorar la cantidad y la calidad de la inversión en ciencia e innovación, activar un compromiso permanente por la excelencia en todos los niveles educativos. La mejora de la educación y las capacidades en todos los niveles es prioritaria, pero lo más acuciante es la necesidad de que Europa cree una red de centros universitarios de máximo nivel capaces de rivalizar con los del resto del mundo. La situación de la Universidad en Europa es muy endeble (de las 100 mejores universidades del mundo sólo 27 están en Europa). En España la situación es de extrema debilidad, no tenemos ninguna entre las grandes, ni tan siquiera de Europa. La universidad debe ser un instrumento fundamental para equilibrar la oferta y la demanda de conocimiento técnico, que prepare a las personas para situaciones de transición laboral y forme en el uso de las nuevas tecnologías y capacidades. La universidad debe estar en la vanguardia del cambio de paradigma social, económico y político que se está produciendo.



Y en Madrid. ¿Qué pasa en la Comunidad que según algunos es uno de los polos tecnológicos de Europa? Pues que la enseñanza básica se degrada día a día: el fracaso escolar aumenta considerablemente en la enseñanza primaria y secundaria; la inversión en educación desciende cada presupuesto hasta el extremo de ocupar el puesto número 11 de las 17 comunidades españolas; y la brecha entre colegios e institutos del norte y el sur, públicos y privados, se extiende año tras año.



Qué decir de la universidad madrileña. ¡Endeudada hasta las cejas! Incapaz de pagar las nóminas de su personal, teniendo algunos centros que cerrar por vacaciones para ahorrar luz y servicio de seguridad. Y todo ello, no por una mala gestión, sino porque la Comunidad de Madrid les debe más de 250 millones de euros para gastos corrientes y de inversión cuyo abono retrasa sistemáticamente. En febrero de este año los seis Rectores de las universidades públicas se reunieron con la Presidenta para hablar de la deuda y la Sra. Aguirre se comprometió a elaborar un calendario de pago que, a 15 de junio, aún no se ha hecho efectivo.



Por eso, el problema es que cuando uno confronta las buenas intenciones de informes y documentos sobre cómo superar la situación en la que nos encontramos, con nuestra práctica cotidiana se empieza a alarmar y pensar lo bueno que sería que aprendiéramos a comportarnos como señala el lema del ecologismo: “piensa global, actúa local”. ¡Quizás así nos iría un poco mejor! O, al menos, tendríamos una idea acertada del lugar que ocupamos en el Mundo.

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